Hace escasos días hubo un cruce de comunicados en el que se daba a entender que la parroquia salesiana de Jesús Obrero y la Agrupación Musical Santa María de la Esperanza del barrio del Polígono Sur separan sus caminos. El motivo no es otro que el intento del control total de la formación por parte de la comunidad parroquial de la zona de las 3000 viviendas, intentando establecer como presidente, tesorero, administrador y titular de la cuenta bancaria de la banda a distintas personalidades eclesiásticas. Aquí el comunicado:
Lo más destacable es que la propia parroquia prohíbe a la formación ensayar en los salones habituales por no presentar una documentación, siendo, tal y como aclaran, «económicamente independientes de la parroquia». Aún así, el intento de tomar el control es exhaustivo cuando la propia formación se encuentra en trámites de crear una asociación legal y una escuela de música dentro del seno de las bandas de música de nuestra ciudad.
Hasta este punto llega la hipocresía de la Iglesia. Un proyecto que surgió hace once años, sufragado en su mayoría por su impulsora Maruja Vilches y por los propios esfuerzos de la banda, queriendo ser dominado por la institución eclesiástica. Y dejando la ilusión de unos chavales con el frío, la soledad y el miedo que imperan en las calles de las 3000 viviendas.
Aún así, el mensaje es claro: «la formación seguirá trabajando y realizando igualmente su labor con los jóvenes del Polígono Sur, puesto que seguiremos ensayando en el barrio y cumpliendo con nuestros compromisos». Una ilusión, aunque ya desvinculada desde 2019 con el proyecto “Fraternitas”, que ha conseguido reconducir a jóvenes de la zona en el camino del esfuerzo y el compañerismo, cerca de Dios y su santísima madre, y que cada año, de la mano de su director Manuel Infantes, siguen subiendo el nivel que demuestran.
Esta vez ha vuelto a fallar la Iglesia. Dice el evangelio de Mateo, versículo 6:24: «Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas». Quizás sea esta la premisa que se deben grabar a fuego en la institución salesiana de Jesús Obrero. A la Iglesia empieza a sobrarle poder y dinero, y le sigue faltando la fe y la humildad que siempre llevan en el corazón sus fieles.

Periodista.
Con muchas ganas de escribir, muchas ganas de equivocarme, muchas ganas de corregirme y… muchas ganas de aprender.
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